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de Materiales para una expedición
EL PESO DEL UNIVERSO
de Pedro Ugarte
Aquello era el banquete de una boda y me aburría, y para pasar el tiempo, o para perderlo, o para hacer alguna cosa, hice una de las pocas cosas que hago con agrado, me puse a pensar, a pensar en cualquier cosa, o en todas esas cosas en las que pienso sin saber siquiera si estoy pensando o sólo distrayéndome. Pensé en una pieza al saxo de Gary Meek, y pensé en mi infancia de Elorrio, me asaltó la silueta inquietante de las estatuas de la isla de Pascua, y me asaltó también la imagen de los ojos de un perro, que es una de las cosas que más triste pueden ponerme en esta vida, me acordé de mi padre y pensé que me iba pareciendo más a él cada día, regresó el recuerdo de las preciosas piernas de una chica a la que casi amé hace muchos años, me reí interiormente de una frase de Monterrosso, sentí la inacabable nostalgia del euskera, soporté sobre mí la mirada de un animal salvaje, recordé las escenas de una películas de Nikita Mijailkov donde un Marcello Mastroiani burlón y sentimental me había hecho sollozar en silencio, intenté en vano imaginar el otro continente, regresé a los violentos cielos estrellados de Van Gogh, y de repente me pregunté: "¿Existe Dios?".
Fue entonces como un mazazo en la cabeza porque me hizo regresar a la realidad la frase inepta que en ese momento un primo mío mascullaba en el banquete, como entre dientes, apenas inteligible al otro lado del soberbio puro que se estaba fumando con satisfacción empresarial.
- Para mí esta muy claro, para mí sólo existe el trabajo y la casa.
Entonces pensé que por eso nos pesa a algunos tanto la vida, porque el universo y el ser humano son infinitos, y porque, para que el mundo siga su curso, frente a los que llevan su vida en miniatura y sólo saben de su trabajo y su casa, otros estamos obligados a sobrellevar todo aquello que ellos ignoran, a sobrellevar todo lo demás.
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