LITERATUYA  escribo porque escribo y porque tú

REVISTA DE LITERATURA

 

 Revista de Literatura » Relatos » Palabras de un rebelde 

PALABRAS DE UN REBELDE
de José Luis Caballero

Cuando tenía dieciséis o diecisiete años me enrollé con un tipo, anarquista de los de cuidado; se llamaba Gerardo -y se llama, supongo- me habló de Bakunin, de Nechayev, de Proudhon y muchos otros individuos peligrosos. Nos reuníamos en un ático que tenía en la calle Princesa donde vivía con otro tío que era aún más peligroso que todos aquellos juntos. Bien, no era un ático exactamente, era como una buhardilla pequeña donde se habían montado una especie de altillo donde estaba la habitación del amigo. Gerardo dormía abajo, en un sofá cama de lo más cutre. Tenían el lugar lleno de propaganda clandestina, una impresora de las que llamábamos vietnamitas, que funcionaba a fuerza bruta -humana- y cientos de libros amontonados. Con él empecé a conocer a Bakunin, empezando por "Palabras de un rebelde" que me marcó para siempre. Además de literatura, Gerardo tenía un revólver, un trasto de un solo tiro más viejo que mi abuela, pero que a mí me pareció fascinante. Tenía además productos químicos y cosas como cables, mechas, botes metálicos y otros artilugios desconocidos para mí. Me enseñó a fabricar una bomba, una cosa muy casera con una lata, pólvora prensada y unas pastillas de clorato de potasa que por cierto van muy bien para suavizar la garganta. Sólo fabriqué una, con su ayuda, claro, pero la coloqué en la ventana de la Jefatura Local de la Falange de mi barrio y hizo un ruido de la hostia, aunque no rompió gran cosa. Un día me hizo subir a la habitación, o al altillo, del famoso amigo y me encontré que todo el mobiliario era solo una cama que ocupaba la minúscula estancia. Debajo de la cama tenía unos cajones con sus cosas y en uno de ellos, me lo enseñó Gerardo, había una colección de bragas, no sé cuántas, puede que cinco o seis. Me dijo que el amigo en cuestión -no puedo recordar el nombre- tenía la costumbre de quedarse con las bragas de cada chica que pasaba por su cama.

A Gerardo lo detuvo la poli un día en la Rambla y yo desaparecí unos cuantos días de mi casa por si acaso, eran malos tiempos. Estuvo bastante tiempo en la Modelo pues le relacionaron con el MIL. Cuando salió ya no volvimos a tener ninguna relación, pero recuerdo mucho su buhardilla, la bomba, las palabras de un rebelde. Pero lo que he recordado siempre, más que todo eso, es la sensación que tuve cuando vi las bragas de las chicas, como trofeos, arrugadas en el fondo de un cajón. Y en mi cabeza de adolescente aún embotada se encendió una luz y me dije: nunca. Eso, nunca.

José Luis Caballero


Cronopios | Informes | Relatos | Poemas | Juegos | Otras Literaturas

diseño de páginas web
 diseño web | retiros yoga | promoción web
 Patrocinio: ferran jorda
© Literatuya