
Juan Carlos Elijas (Tarragona, 1966) publicó su primer poemario, Vers.o.s. atávicos, en 1998. El mero título ya era clara muestra de un acercamiento hacia la contorsión y la viveza, esa pizca de desasosiego a que conducen los versos cargados de recursos, de viradas a babor y a estribor, de internadas en un amplio campo devastado pero ya a punto para la estercolada tras la roturación. Quedaba todo dispuesto, muy bien dispuesto, para la siembra. Así llegaba La tribu brama libre (2003), la siembra en abanico, y todo cuanto daba de sí el brazo en el voleo esparcidor de semillas fue ejercitándose. Y lo hizo difundiendo diversas partes del poemario. Hubo revistas: La niña Chole en Autana de San Juan de Puerto Rico o Su éter blanco en Texturas de Vitoria. Hubo una antología, Subida de un ángel verde en La decisión de naufragar (2001). Empezaron los premios: El canto errante del colibrí (Premio Crisálida, 2000), Rumor de agua quieta (Premio Gerardo Diego, 2001), Desde su celda (Premio José Agustín Goytisolo, 2001). Se inició la propagación a través de internet: En Badosa.com aparecía, por ejemplo, Aromas del laberinto.
En 2004, Juan Carlos Elijas entregabaVersus inclusive, y mostrando hallazgos o mostrando pruebas de su novedad lo publicaba en forma de CD-libro. Además, con esa edición culminaba y quedaba cerrado el conjunto bajo un título genérico en nueva ironía: LasTres, PoeTría 1997-2003, trilogía que reúne cuantos poemarios habían aparecido: Vers.o.s. atávicos, La tribu brama libre y Versus inclusive.
Ahora las cosas se abren en nueva dimensión, de nuevo otra distinta, porque Juan Carlos Elijas desea seguir mostrándose entero buscador de poesía, infatigable merodeador de versos y sendas poéticas, tal vez obsesionado por ser siempre el mismo y siempre distinto. Y que el reciente hallazgo es verdadero lo prueba el haber recibido el Premio Miguel Labordeta en el apenas lejano 2003. Dos años después de la recepción del premio el Departamento de Educación, Cultura y Deportes del Gobierno de Aragón edita el poemario Camino de Extremadura (2005).
Y ahora se muestran en las tres partes de este poemario, “El tren que paró en el puente”, “La recogida de cadáveres”, “Entre dos nu(n)cas”, y a través de los versos de cuantiosa largura, las luces y las sombras de una historia contada en versos sucesivos. Porque el lector de este Camino de Extremadura se internará en la belleza de una voz narradora mientras recorre las asperezas y las dulzuras del recuerdo. El poeta lo ha decidido todo con certera habilidad y, sobre todo, con sencilla naturaleza: Vuelve al pueblo extremeño una joven familia, y vuelve para pasar unos días, vuelve a vivir unas breves vacaciones en que se apilarán recuerdos y visitas, personajes en conversación y en confesiones estrelladas en lejanas memorias. Habitual, habitual y costumbrista podrá decirse. Sí, pero dependerá de cómo se resuelva para decidir su validez literaria. En un verso aparece dicho bien a las claras: la ficción, el guión que imita al arte donde todo debe hacerse creíble. Y Camino de Extremadura es enteramente un poemario de sabrosa lectura, y no un libro escrito para habituales del ramo, no libro cansante ni pretencioso. El lector exigente es quien mejor encontrará su lugar en esos versos.
JUAN GONZÁLEZ SOTO
20 de diciembre de 2005


CAMINO DE EXTREMADURA
- Poemas 5, 7 y 8

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