Desde mi herida
KICK OUT THE JAMS, GAFAPASTAS!!!
de Daniel Verdú
Constantinopla. En la última noche de brujas, un espeleólogo
loco y un fingidor de poeta añadieron al caldero hirviente
de las brujas de Macbeth el ala de murciélago que se dejó
Ozzy por comer, cuarenta gotas de la sangre derramada por el Coronel
Kurtz antes de susurrar “el horror, el horror”, un trozo
de la camisa que vestía Morrisey el día que se extravió,
las cuerdas que ataban ambas muñecas de aquel escapista de
la realidad llamado Houdini, y la cinta de vídeo de la gala
“Murcia, que hermosa eres” emitida eternamente por la
Primera. Como no podía ser de otra manera el caldero explotó,
y una sólida y puntiaguda esquirla de semejante mejunje se
incrustó en la pantalla del ordenador central del mundo.
Y, poco a poco, como “una gota de miel que viene desde tu
herida hacia mi boca”, al igual que nos cantaba Corcobado
en aquel ya lejano “Agrio Beso”, antes de que pudiera
cicatrizar, “parece que el polvo coagula en la suerte”,
la esquirla se hizo verbo y el verbo se hizo página. Había
nacido nubesyclaros.
“El gas no ahoga, no tiene manos, no tiene sombra”.
Que no os asuste el título del artículo, gafapastrosos
y gafapastrosas, pronto nosotros tendremos más influencia
en sus vidas que vuestros peluqueros y estilistas, pero os queremos.
Creado y regalo de los ángeles: nubesyclaros, pero frecuentado
y recomendación de los demonios. Aquí estamos, con
“las uñas rotas de arañar silencio”. Amantes
de lo único, enemigos de lo demás. Vuestros ojos,
nuestras visitas. Más arties que Stockhausen, más
brutos que Jon Spencer. “La distancia se retuerce por las
carreteras” y nosotros por fin nos disponemos a hallar nuestro
espacio. Sí, “sus pupilas inmensas ya no me besan y
hoy mis párpados también son rejas”, pero como
dicen los suicidas, por lo menos intentarlo.
Al despertar, nos añadirás a tu lista de favoritos
y nos visitarás con regularidad. Madagascar.
© Daniel Verdú |